El 21 de abril de 2025, el papa Francisco falleció a los 88 años en su residencia de la Casa Santa Marta, en el Vaticano. Su muerte fue anunciada oficialmente por el cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo de la Santa Romana Iglesia, quien expresó: “A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre. Dedicó toda su vida al servicio del Señor y de la Iglesia”.
El día anterior, Domingo de Resurrección, el pontífice realizó su última aparición pública en la Plaza de San Pedro, donde impartió la bendición Urbi et Orbi y recorrió la plaza en el papamóvil, saludando a los fieles. A pesar de su visible fragilidad, detuvo el vehículo para bendecir a algunos niños.
Francisco, nacido como Jorge Mario Bergoglio en Buenos Aires en 1936, fue elegido como el 266º pontífice de la Iglesia Católica en marzo de 2013, convirtiéndose en el primer papa latinoamericano y jesuita. Su pontificado se caracterizó por una visión pastoral cercana y una constante defensa de los más vulnerables. Abordó temas contemporáneos como el cambio climático, la crisis migratoria y la necesidad de reformas internas en la Iglesia, generando debates y desafíos dentro de la institución .
Tras su fallecimiento, se ha iniciado el período de «sede vacante», durante el cual se convocará un cónclave para elegir al nuevo pontífice. Según su voluntad, Francisco será sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor, diferenciándose de sus predecesores que fueron enterrados en las grutas vaticanas.
Líderes mundiales han expresado su pesar por la muerte del papa Francisco, destacando su compromiso con la justicia social y su labor en favor de los marginados. La Casa Blanca, por ejemplo, publicó en la red social X: “Descanse en paz, papa Francisco”, acompañando el mensaje con fotos del pontífice junto al presidente Donald Trump y al vicepresidente JD Vance.
A pesar del luto, se mantienen programadas las celebraciones del Jubileo de las Cofradías en Roma, incluyendo la Gran Procesión del 17 de mayo, en la que participarán la Virgen de la Esperanza de Málaga y el Cristo de la Expiración de Sevilla, acompañados por más de 2.000 cofrades.
El legado del papa Francisco perdurará como el de un líder espiritual que promovió una Iglesia más inclusiva y comprometida con los desafíos del mundo contemporáneo.
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