El cierre de la tercera gira nacional Colombia es Música Sacra en Aracataca, Magdalena, fue un evento cargado de simbolismo y significado cultural. La elección de este municipio, cuna del Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, no fue casual. Aracataca, un lugar que ha inspirado gran parte de la obra literaria de García Márquez, se convirtió en el escenario perfecto para unir la música sacra con la herencia cultural y espiritual de Colombia.
El Ensamble Yapú, liderado por el maestro Luis Fernando Franco, llevó a los asistentes a un viaje sonoro a través de instrumentos ancestrales como las ocarinas, autas y silbatos de los pueblos Tayrona, Zenú y Malibú, acompañados por el tambor y otros instrumentos tradicionales de la región. Esta combinación no solo rescató las raíces indígenas y afrodescendientes de Colombia, sino que también recordó que la música, antes de ser un producto comercial, era un medio de conexión espiritual y comunitaria.
La Iglesia de San José, con su arquitectura colonial y detalles de influencia libanesa, añadió un toque histórico y literario al evento. Este templo, mencionado en varias obras de García Márquez, es un ícono cultural y espiritual para los habitantes de Aracataca. Su campanario, que domina el paisaje urbano, sirvió como un recordatorio de la importancia de preservar estos espacios como puntos de encuentro y reflexión.
La gira Colombia es Música Sacra no solo buscó llevar música a diferentes regiones del país, sino también transmitir un mensaje de reconciliación y esperanza, especialmente en zonas afectadas por la violencia. Al elegir Aracataca para su cierre, se resaltó la capacidad del arte y la cultura para sanar y unir a las comunidades, incluso en contextos difíciles.
Este evento fue, en esencia, un homenaje a la diversidad cultural y espiritual de Colombia, un país que, a pesar de sus desafíos, sigue encontrando en la música y el arte una forma de celebrar su identidad y construir un futuro más armonioso.
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